lunes, 5 de octubre de 2009

Los fascistas se lanzan a la reconquista de Italia amparados por Berlusconi


Hay 65 grupos y 55.000 militantes de extrema derecha
“Legitimado, si no alentado desde el poder, cabalgando a lomos de la industria del miedo agitada por los medios de Berlusconi y azuzado por la ignorancia, el nuevo fascismo italiano ha salido de las alcantarillas”. Es la alarmante advertencia del periodista Claudio Lazzaro, autor del documental de denuncia Nazirock. Conciertos, fútbol, peleas, agresiones, idolatría a personalidades como Adolf Hitler o grupos terroristas… Cualquier seña identitaria vale para que los neonazis salgan de las cloacas a borbotones: actualmente se calcula que hay unos 65 grupos y 55.000 militantes de esta vertiente. ¿Cómo es posible esto en un país que padeció a Benito Mussolini durante más de 20 años (1922-1943)? La respuesta viene jaleada en gran parte por el primer ministro Silvio Berlusconi, quien no dudó en agitar peligrosamente el cóctel de la extrema derecha para coronarse. Los resultados tienen cifras concretas (265 agresiones contra jóvenes, gays, inmigrantes y gitanos, más de 100 actos vandálicos contra sedes de partidos políticos…), pero el coste humano es incalculable. Una parte significativamente radicalizada y otra con una merma de derechos aún mayor. “Italia nunca ajustó las cuentas con el fascismo, y éste está resurgiendo en formas nuevas”, explica el escritor Andrea Camillero.
“No tienen valores culturales ni políticos salvo la discriminación, la xenofobia y el racismo”, “les mueve la violencia en sí misma, contra el distinto por el color de piel, el credo religioso o simplemente la manera de vestir”. Es la definición que el director de la Policía de Prevención italiana, Carlos Stefano, hace de los 65 grupos y 55.000
militantes neofascistas que están reconquistando el país de la bota amparados por Berlusconi, y sus socios de gobierno ultraderechistas.
Virando a la ultra derecha
El periodista Miguel Mora da amplia cuenta de ello en un reportaje publicado en la edición dominical de El País con el título de “El fascismo despierta en Italia”. Mora parte de Nazirock, el documental antes citado, para contar una historia que empieza más o menos en diciembre de 2006, cuando el actual primer ministro se lanza de lleno al cortejo de la extrema derecha. “Hacía unos meses, Il Cavaliere había perdido las elecciones por 20.000 votos y para lanzarse al acoso y derribo contra Romano Prodi decidió que no podía renunciar a priori” a esta vertiente, explica su fuente de inspiración, Lazzaro.
El equipo Berlusconi
Así las cosas, Berlusconi cortejó a este sector fichando a estrellas ultra como la nietísima de Mussolini, Alessandra, a Alessandro Fiore, secretario general de Fuerza Nueva condenado por pertenencia a banda armada, a Luca Romagnoli, líder del grupo neofascista Fiamma Tricolori y a Adriano Tilgher, condenado en 1975 por fundar un partido de este tipo y absuelto, por falta de pruebas, de participar en el atentado de Bolonia de 1980. Los chicos de Berlusconi fueron los rostros visibles de un cambio impúdico que echó raíces 13 meses después, cuando el dirigente desalojó a Prodi con un tránsfuga y unas nuevas elecciones.

Las elecciones
Berlusconi ganó con un 44% de los votos esos comicios, una cifra a la que llegó enarbolando un discurso xenófobo, personalista, con guiños al mismo Mussolini (“no mató a nadie, mandaba a los opositores de vacacones”) y la mafia (elevó al mafioso y asesino convicto, Vittorio Mangano, a la categoría de héroe… ¡por no denunciarle nunca!). Sus socios de gobierno fueron la fascista Liga del Norte (8%), que se hizo con el Ministerio de Interior, y Fiamma Tricolore (2,4%). Los resultados del esperpento se vieron enseguida. Leyes xenófobas, legalización de las patrullas ciudadanas, criminalización de la inmigración, alcaldes sheriff como ejemplo a seguir, ataques a lo Naranja Mecánica y, paralelamente, tijeretazo a las fuerzas de seguridad…
Las leyes xenofóbas
La concreción de la ultra derechización del Gobierno Berlusconi fue el paquete de seguridad del ministro de Interior, Roberto Maroni que, según colectivos como el gay, amenazado por la deriva fascista de Italia, “no defiende a nadie: la instigación a la violencia escuadrista y la homofobia son las verdaderas alarmas sociales de este país”. “El racismo de taberna de la Liga del Norte puso primero en el punto de mira al terrone, el paleto meridional; luego a los albaneses, los negros, los gitanos y finalmente a los árabes”, concreta Lazzaro. Las últimas víctimas del Ejecutivo han sido, no obstante, los gitanos, especialmente los rumanos, que han padecido en sus carnes una verdadera persecución pasando de ser más de 30.000 a 3.500.

Modelo Berlusconi
Con todo, Lazzaro no cree que se trate de neofascismo sino de una especie de “empresarismo autoritario” porque Berlusconi actúa como consejero delegado, echando mano convenientemente de los medios de comunicación. “En 15 años ha sacado lo peor de los italianos y ya no nos reconocemos. Pero su técnica de marketing político es sencilla, estaba ya en Mi lucha de Hitler: haz feliz al más ignorante, dirígete al más estúpido de la masa, y así llegarás a los grandes números. Se trata de entenderlo, de darle un nombre y de combatirlo. Pero me temo que cuando lo hayamos entendido será demasiado tarde”, concluye el autor de Nazirock.
Coqueteando con la dimisión
Cambiando de parcela, esta mañana Berlusconi ha coqueteado con la idea de dejar Italia, aunque el motivo de su lamento (“me apetecería irme de Italia, y lo haría si no fuera justo eso lo que desean mis enemigos”) ha sido otro: el acoso mediático y judicial, que no es otra cosa que la sentencia del caso Mondadori que le considera coautor del soborno a un juez. Con o sin el primer ministro italiano, la extrema derecha amenaza a Europa y ya ha llegado al Europarlamentario desde países del este como Bulgaria, Rumanía o Hungría.

Fuente: elplural.com

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