El argumento es que la religiosa nació en un inmueble que ahora forma parte de las dependencias del Congreso. Su nombre se unirá al de los Reyes y al de Clara Campoamor -promotora del sufragio femenino-, como los únicos con placa en la Cámara.
En la reunión de la Mesa del Congreso del 4 de noviembre, la propuesta de Fernández Díaz fue apoyada sin objeciones, con la excepción de la vicepresidenta primera, Teresa Cunillera, socialista, que se ausentó para no tener que mostrar su desacuerdo en público con Bono. Antes ya le había advertido de la inconveniencia de esa decisión. Bono contó con el apoyo del PP, CiU y PNV, pero en el acta de la reunión consta expresamente que Cunillera se ausentó de la sala durante la votación. El otro representante del PSOE, Javier Barrero, de viaje oficial en Colombia, dio su conformidad por teléfono a Bono. Es más que probable que si finalmente se pone la placa, será con discreción y con asistencia sólo de los miembros de la Mesa que apoyan la propuesta. La dirección del Grupo Socialista ha decidido que ningún parlamentario del PSOE asista, por lo que con seguridad ni se les invitará. En el PSOE explican que afecta a dos líneas maestras de su política: la defensa de la laicidad y la memoria histórica. "¿Cómo vamos a pedir ahora la retirada de símbolos religiosos en actos públicos?", se preguntan. Pero, además, los portavoces de IU-ICV, Gaspar Llamazares y Joan Herrera, presentarán un recurso ante la Mesa para que revoque la decisión y ERC tampoco está de acuerdo. Herrera y Llamazares han remitido una carta a Bono en la que afirman que es una ofensa "para las otras miles de personas que también fueron víctimas de la persecución y siguen esperando su reconocimiento". También hay malestar con Bono, esta vez casi unánime, por haber dado pábulo a las acusaciones de absentismo de los diputados con su comentario durante el pleno de Presupuestos. A este malestar se une el PP.
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